Este autor fue uno de los grandes pensadores del período de la
revolución francesa, sin embargo, su línea de pensamiento no se asemeja a
la de mucho de los grandes de la ilustración, como lo fueron Voltaire,
Diderot, o Montesquie. Es más, Rousseau se caracterizó por ser contrario
a las ideas de los ilustrados, es decir, que era un antiracionalista.
Su ataque contra la Ilustración se hizo famoso en el Discurso Sobre Las
Ciencias Y Las Artes en 1750 luego complementado su concepto de lo que
el denomina el Buen Salvaje.
Al analizarlo, Rousseau, comienza a despojarlo de todas las cualidades
que no le son naturales, que ha adquirido en sociedad, como la razón, el
habla, y lo social. Lo considera principalmente un animal, como
cualquiera, un hombre salvaje que se ama a sí mismo inspirado por la
naturaleza, por el impulso de autoconservarse y la compasión por otros.
Posee una cierta bondad natural e innata, es decir, que este en su
estado natural es bueno por que no hace daño, también lo considera igual
en condiciones e independiente porque no tiene derechos ni tiene
deberes de someterse a otro. En un sentido moral, en el estado de
naturaleza el hombre no es ni bueno ni malo, sino que es inocente porque
es ignorante. Sin embargo, hay dos características que lo diferencian
de un animal cualquiera y es que este tiene la libertad de voluntad y
tiene conciencia de ello. Y lo segundo es que el hombre es un ser con
capacidad de desarrollo humano, es decir de perfeccionarse. Su impulso
natural o su guía moral, es su conciencia, que es un instinto divino e
inmortal que ordena a este ser limitado e ignorante, pero a la vez
inteligente y libre de actuar. La conciencia da fundamento a la razón
pero no al revés, para Rousseau, un antiracionalista, la naturaleza, a
diferencia de la razón, no engaña por eso se sigue a esta.
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